Los años son libros en los que aprendes,
—si es éso lo que buscas—.
Se agudizan los sentidos y
encuentras sin esfuerzo,
la aguja en el pajar que antaño no localizabas.
Distingues la verdad de la mentira,
sin precisar delatar al mentiroso,
dejando que disfrute la creencia de creer
que eres tonta… que eres tonto.
Descubre sin dolor, la diferencia entre el amar y el querer,
y te das cuenta de que lo primero es tan difícil
como envejecer sin quejarnos.
Asomada al balcón de la vida,
sin alharacas ves pasar el ayer,
echándole el confeti de una sonrisa
en equilibrio con el “ahora”.
Probablemente estés sola, solo…
pero, el tiempo te ha hecho el regalo de saber que,
estás contigo y te valoras.
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