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  • Foto del escritorRecto Verso | Editor

La Importancia de Ser Oscar Wilde (revisado)


El valor de las personas corrientes

Es todo lo que queda entre nosotros y las tinieblas.


Quiero ser Oscar Wilde y salir de los armarios royendo la madera sucia del tiempo. Quiero ser el viento y la luz que salieron de sus manos y gritaron libertad. Quiero ser Oscar Wilde… Sí, lo dije antes, y buscar mi alma en los espejos turbios del viento, y romper los cimientos en los que fundamos nuestros deseos, nuestros anhelos.


Proclamo que quiero y soy ya Oscar Wilde.


Por ello, me enamoro en cada esquina de la belleza transeúnte y fugaz de algunos muchachos sombríos que recorren las callejas o los barrios más villanos de mi ciudad. Camino a veces persiguiendo ratas por las alcantarillas, bajo los balcones en flor, en los sótanos de las cantinas de esta ciudad ardua y distante: plagada de hiperrealismo y desnudez.


Juro que con él, devengo en todos los demás para dejar de ser yo mismo. Me parezco a Walt Whitman, a Silvia Plath, a Federico García Lorca, a Cernuda o Luis Antonio de Villena; al amado Kavafis… Ellos vivieron y viven todavía en al absoluta ignominia y por ello perduran en un soplo que los hace inmortales.


Quiero ser a su vez, Tamara de Lempicka y Kate Bush, o bien su holografía acariciable: Lezama Lima y Marguerite Yourcenar. Mujeres y hombre únicos de única mirada. Su paso fue viento y canto y luego fue, un suspiro o un temblor: un ruego transmutado en abrazo o relámpago.


Quiero ser Oscar Wilde en las noches de mi ensueño, al besar a quien fui con apenas veinte años —Aquel cuerpo turgente, embebido de belleza fugaz—. En este empeño, me bañaré desnudo en el mar, caminare diciendo lo que sé y lo que vi. El deseo es el cajón de sastre de todo poeta, es siempre algo irreemplazable.


Al ser él, me convierto en todos los demás: en Celaya, en Gil de Biedma o Reinaldo Arenas. Poetas sin destino, marchitos, corruptos, magníficos o luminosos y por ello, todos y todas benditos por siempre.


Admito que estoy tocado por un rayo que dejó en la razón su quemadura y que se llama, poesía. Quiero ser ellos, sin más... sin el poder o el consentimiento de la mayoría. Me celebro y me canto tan sólo por un poder fraguado en el amor.


Me atribuyo y me canto continuamente, pues ya lo dijo Whitman: “Quien abraza un libro, se abraza a sí mismo, toca a un hombre: inventa un origen”. No me odiéis más, tan solamente, dejadme ser quien ya soy.


Quiero ser Oscar Wilde.

Quiero residir en el olvido.


La importancia de llamarse Oscar Wilde - Trailer Oficial Español (2019

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