Debajo del puente, abajo, en el río
hay un lugar sin gente.
Sólo el viento se aventura.
Un loco y un niño andan sueltos.
Dormido está el abismo.
Todo por decir:
—Soy nuevo con mi luna y mi ángel
y sí, con mi copa de más—,
te dije al empezar.
Todo fue luz y novedad aquella noche
que a la virtud ni se la espera.
Cantaban los techos de palmera
una canción que tú ya olvidaste.
Era verano en fuego y yo,
apenas te vi. Aquel verano loco:
qué lejos tan cerca…
Evoco la pasión que me lleva a ese lugar
donde nunca fui. Allí no puedo existir
sin luz ni estrellas.
Cómo me ofreces tu voz y tu desvelo así,
como quien no los precisa.
A punto de morir de invierno,
me salvó el amor de tu verano.
Tórrido de barras y cava,
cama hasta las tantas y barbas.
En la barra de aquel bar sonreías.
Prometías un amor que vendría luego.
¡Espera! No salves de lo perfecto
por imperfecto, la ensoñación.
Que sepas que tus besos aguardan
en los que hoy no te debo.
Y dejaste ir tu luz, abajo el telón:
sueños lentos y terco tesón.
para Lucas Ferrini, verano 2018
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