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  • Foto del escritorRecto Verso | Editor

EL POEMA

El poema no pide un espacio:

no reivindica un dueño,

no un autor,

no un uso de promesas infinitas,

no un lugar específico.

El poema es el lugar; un sí mismo completo.


Al poema le importa un comino tu intelecto,

que imprimas tu firma debajo,

que lo contenga algún libro,

que sea mencionado en la mejor enciclopedia.

El poema es “lugar”, un ser ontológico,

y tú te debes a él.


Al poema le molesta que digas que eres su autor,

que llenes tu muro virtual con tantos “me gusta”

como vacíos tiene tu alma:

que coloques adjetivos y otras gramáticas.

Le sienta mal que lo traduzcan,

que lo expliquen: lo pretendan.

El poema es algo previo a su escritura:

no te necesita.


Al poema no le pasa nada, ni bueno ni malo:

¡a ti sí!

A ti, te faltan tantos poemas

como mundos emulan ser tuyos.

El poema abomina de la estupidez ajena.

No la pretende, no la precisa:

tú sí, a él.


Al poema no le importa nada tu coeficiente intelectual:

ni tu amor irredento,

ni tu lástima de humano,

ni tu vacío existencial.

El poema es único, previo, concupiscente a toda lógica.


Pero tú, insistes en escribir versos y decir que son tuyos,

los mejores: los únicos por ti descubiertos.

El poema vive por su propia naturaleza primigenia,

está hecho de titanio y adolece de tus sentimientos.


No me vengas con monsergas escritor,

y deja ser al poema allí

donde nunca tú fuiste.



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