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  • Foto del escritorRecto Verso | Editor

LA ESPERA (nevando en el corazón)

Lo tuyo son los chulos

y los demiurgos de la miseria.

El hambre que come de la mano,

migajas de placer y llanto.


No te juzgo; te nombro entre aquellos

que hicieron del infierno su aurora.

Algún día, sólo alguno; será posible reír

entre el cielo y la tierra.


Aún hay espacio para el tiempo:

pero no, tiempo para tu espacio.


De la distancia que nos templa,

sólo un disparo nos separa.

La memoria callada,

canalla y santa —insensata—, diría

que dejó imágenes

de un caluroso verano,

templando tu cuerpo...,

surcando tus besos encendidos.


Más, más... ¡Sí!

Más joven que mi cuerpo,

más santo que tu empeño.


Pero aquel barco surcó su mar y arribó a su orilla.

Aquel navío, navegaba a veces, otras encallaba.


De la distancia que nos separa,

sólo un disparo nos alcanza.

Llegar y partir; acaso sean La Nada.


Aún hay espacio para el tiempo,

pero no tiempo para tu espacio.


El amor pocos lo tienen.

Ninguno lo mantiene,

y todos lo aclaman.

Que del vicio, ya todos lo amasan.


“Espera”, sé que te llaman.





Nota: "Aún te espero... nevando en el corazón."


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