No hay tiempo:
para la búsqueda del pasado
para el olvido del presente
para un afán que abastece al ego.
No hay tiempo.
Ya todo se reduce a palabras y adjetivos,
a etiquetas y excusas, también.
Sin embargo, tú no quisiste ver.
No pudiste oír.
No supiste mas que escapar
con torpe disimulo.
No te culpo.
Mientes al decir que tus manos
forjaron tiempo y tesón,
pues faltaron al más vigoroso legado:
aquel que nos hace mejores y más dignos.
No hay tiempo…amigo.
Se marchitó la flor del corazón.
Se rompió mi alma de infante.
En tu letanía de flor marchita,
lento como la espesa bruma,
te fuiste dando portazos.
Por eso, no mientas.
No ancles al tiempo mis desvelos.
Te importó un comino mi vida.
Jamás habrá más tiempo.
Jamás más engaño, ni manipulación.
Jamás habrá “un jamás”.
Sencillamente, no hay tiempo
porque es otoño en primavera.
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