No tengo escapatoria.
Todo principio conduce a un final.
Sé que tu recuerdo perdura todavía
como un leve punzón de impune levedad.
No te debo nada.
Pagué el precio de tu traición,
con el amor que me quedaba.
Te será indiferente, amor hiriente.
Aguanta la infame culpa en la memoria,
hoy inconclusa.
Arderán mis palabras en la hoguera,
donde se mece el indemne frenesí de tu aurora.
Quedará amansar la conciencia que hirió y mató
bajo la cuartada perfecta de tu aparente inocencia.
Yo te amaba; tú a mí no.
Te perdoné. Aún te crees en la vedad.
Como los sueños a punto de acabar,
te urdes entre culpas y razones.
Yo, te amo igual mientas me río de ti...
Si tú sabías lo que querías,
jamás conseguirlo supiste.
“Et in arcadia ego” —pensé—.
Por favor, cierra la puerta
después de marchar.
de "La intención era un verso", 2020
Santiago Calleja Arrabal
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