“Nunca el ayer del hombre será igual al mañana.
Nada nos permanece fiel mas que la mudanza.”
Juan Ramón Jiménez
Cuando tengas un minuto,
regálame un minuto de tu alma.
Cuando una hora te sobre,
ofréceme la eternidad en tu mirada.
Sin tiempo el amor no vale nada,
ni beso, ni abrazo:
ni el alma lo abarcan.
Mas, cuando el tiempo te sobre
me lo dirán tus ojos, como crisoles
o espejos de rítmica mirada.
Nada vale más la pena
que este esperar pausado,
sereno, cansado, de amor dilatado.
Falto de pasión tal vez,
mas nunca ausente de miradas.
La libertad se dice de muchas maneras.
El tiempo, como el amor en su fronda,
sólo sabe de esperas y aceras largas.
¿Caminas tú hacia el amor?
—“No, es él quien acude a mi llegada”—, indicas.
Impuntual (como siempre),
inesperado y por supuesto:
reclamando almas.
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