Hay gente sin casa,
gente sin alma: sin nada.
¡Sí, hay novedades!
Gente que pasa, que silva, gente que canta.
Ya no se acuerdan que hay un Barrio de la Cruz.
Ya no recuerdan aquel Barrio de la Cruz…
Que fueron niños y comían luz.
Son leñadores,
Son basureros,
Son los bomberos y obreros.
Gente normal del Barrio de la Cruz.
Gente corriente, sonriente:
gente con alma, gente olvidada…
¡Dan vida! ¡Dan sombra y sol de luz!
—A veces no tengo ganas
de luchar contra fantasmas—,
pienso en voz alta.
Sus cenizas crean restos de amor.
Pero sabemos que los amantes
se encadenan con silencio y sigilo
a las estrellas.
Ya no viven allí…
Se fueron de “La Cruz”.
El barrio los vio nacer.
¡Ellos son dos!
Lo tenían bien hablado;
el veneno señalado,
de amor inundados.
Dos que se atrevieron a saltar.
Dos, en el Barrio de la Cruz:
dos son la eternidad (decías).
Sólo tú, sólo yo.
Sin fe, sin rabia... ¡sin nada!
Nadie pensó.
Sus cenizas son los restos de un amor.
El amor de un Barrio de la Cruz.
Gente que pasa, que silva, gente que canta.
Ya no se acuerdan que
hay un Barrio de la Cruz.
Ya no recuerdan aquel barrio con su cruz,
que fueron niños, y comían luz.
Y si debe estallar todo bajo sus pies:
Déjales, déjales… déjales amar.