Que nadie te quite un sueño.
Nadie te rompa con su asco,
su frustración o ausencia de valor.
No lo permitas: cántalo.
Mírales con firmeza,
con extraño cariño
y si puedes con lástima.
Tu mirada dirá cosas que no comprendan,
o quizás no puedan entender todavía,
pero eso es propio del idiota.
No quepa justificación aunque sí, el perdón.
Que nadie te rompa un sueño.
Sigue adelante: imagina, proyecta como es
y debe ser tu vida, tu felicidad... tu amor.
Estos días las malas emociones andan sueltas.
Los vacuos elogios y los gestos bondadosos
que asquean el paladar, nos alimentan.
Que nadie te ofrezca la salvación o el oprobio.
Y si el infierno te tienta, siéntete cómodo en él.
¡Miserias las justas!
Huye de corruptos, débiles, fariseos e hipócritas.
Les proyectas tu sonrisa en la mirada,
les hablas con desafío: cara a cara.
¡Qué nadie te rompa un sueño!
Traidor de la noche, idiota de la mañana.
Ni un paso atrás,
que todo empieza
donde ellos acaban.
Qué los débiles, ignorantes, los doctos;
queden en su redil de náufragos,
agarrados a la sucia madera
hecha de mentira, flotando
con torpe ignorancia.
Ni un paso atrás amigo, amiga...
¡Arriba la mirada!
Saca lustre a tus zapatos.
Empolva tu nariz de duende,
de hada... Camino firme, pisada clara.
No habrá tregua sin bondad reforzada.
Adiós a mi antigua vida.
Adiós a los custodios de la verdad,
a los que ordenan tu felicidad
y marcan el límite de la esperanza.
¡Contra ellos siempre!
Se acabó vuestro vástago.
Nosotros, los duendes y las hadas
de la palabra os lo hemos arrebatado.
Desnudos, con la única túnica
de nuestros sueños
nos erigimos en vuestra pesadilla.
En el amor y la dicha,
la venganza será la ternura,
ofrecida como agua limpia al sediento…
y los sueños: nuestro único alimento.
foto del montaje: El Público, de F. G. Lorca
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