Qué poco entienden algunos de risas.
Mucho de llanto: tanto de nada, nada de tanto…
Qué poco saben ellos de vida artista;
son, piel con zapatos.
Cuando mi alma dista millas de ellos, de ellas.
¡No es para tanto!
Qué poco entiende el mundo de mi ilusión antigua,
por tanto, por nada… por algo.
Que nada sepan de mí y disimulen,
y me soporten —repito—,
no es para llantos.
Si cuando caigo lo que importa
no sea el golpe; si no tu mano amable,
tu abrazo firme… retomando el mío,
evitando tanto.
Y así, me salvo de la estupidez al uso.
Por tanto, qué importa el celo,
el egoísmo, la indiferencia, la idolatría:
No me vieron.
¡No es para tanto!
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