Tras cada extravío hay un ser amado,
un humano distraído y seguramente apasionado,
ensoñado o azorado que tiene otra cabeza
dentro de la cabeza,
y un corazón latiendo en el pecho
que una simiente plantó.
Perder la cabeza, es amar sin pies ni dictado.
Me piden tiempo… y el que ama no dispone
sino de un par de muletas,
para ir saltando entre las brasas.
Además, como reza el refranero:
—“Si he perdido mi tiempo, no todo lo perdí”—.
imagen de Alla Bout Vivi
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